Es una tarde poco soleada. El clima está perfecto para una partida de pádel. Estás en la cancha, con tu paleta en mano, preparado para recibir el servicio de tu oponente. Tus piernas reaccionan rápidamente, hacen que te muevas, como coloquialmente se dice “en un dos por tres”, de un lado a otro. De repente, te lanzas hacia la derecha para interceptar una bola ágil, flexionando tu cuerpo en un ángulo inesperado y, con un golpe perfecto, devuelves la pelota y cruza la red. 

Esto que te conté, parece cuestión de reflejos y habilidad, pero en realidad, lo que te mantiene veloz y eficiente es algo mucho más profundo: la movilidad y la flexibilidad que has ganado con la práctica constante de un deporte emocionante como lo es el pádel. Yo, Eduardo Tovilla, te lo garantizo.

La movilidad en un deporte emocionante como el pádel

El pádel, con su ritmo rápido y dinámico, no es sólo un juego de estrategia y técnica: es un deporte emocionante que desafía cada parte de tu cuerpo. Desde que pisas la cancha, tus músculos, articulaciones y ligamentos se preparan para moverse como normalmente no lo experimentarías si no practicaras este deporte, ¿por qué? Porque cuando juegas pádel, además de correr, pivoteas, cambias de dirección bruscamente y, muchas veces, alcanzas ángulos difíciles.

Esto lo sabe bien Fernando, un aficionado al pádel de 42 años que descubrió el deporte hace dos años. “Antes de empezar a jugar, solía tener dolor en la parte baja de la espalda y en las rodillas cada vez que hacía algún deporte”, comenta. “Pero después de unos meses practicando pádel, noté cómo mi cuerpo empezaba a volverse más ágil y flexible. Hoy en día, puedo hacer movimientos que nunca pensé que mi cuerpo podía hacer”. 

Experiencias como la de Fernando son comunes entre quienes practican pádel con regularidad, ya que este deporte impulsa el desarrollo de una movilidad que no se queda en la cancha. A mí, Eduardo Tovilla, me queda claro que mis movimientos experimentaron una mejoría a raíz de que comencé a jugar este deporte.

La movilidad, en términos sencillos, es la capacidad de mover tus articulaciones a través de su rango completo de movimiento. En un deporte emocionante como el pádel, cada golpe, cada cambio de dirección y cada sprint cortan un poco más el límite de lo que tu cuerpo puede hacer. Al estar en constante movimiento lateral y “adelante atrás”, se trabaja de manera intensiva la movilidad de la cadera, las rodillas y los tobillos. El efecto se extiende también a la parte superior del cuerpo, mejorando la movilidad de los hombros y la columna vertebral al realizar los golpes.

Julia, una entrenadora de pádel, lo resume mejor: “A medida que juegas, tu cuerpo se adapta. Tus músculos se alargan y tus articulaciones se liberan. La movilidad es clave para un buen rendimiento en la cancha, pero también mejora tu calidad de vida fuera de ella. He visto a personas de 60 años recuperar una gran parte de su agilidad simplemente gracias a al pádel”.

La flexibilidad en un deporte emocionante como el pádel

La flexibilidad es otra pieza fundamental del rompecabezas. Tener músculos flexibles te ayuda a hacer movimientos espectaculares y además previene lesiones. Al estirar tus músculos de manera regular durante el juego y en la recuperación posterior, evitas tensiones musculares, torceduras y dolores articulares.

Marcos, un fisioterapeuta que se enamoró del pádel, explica: “El pádel es como una sesión completa de movilidad y flexibilidad. A medida que juegas, tus músculos se estiran de manera natural. Y si añades a eso algunos estiramientos específicos después de cada sesión, los beneficios son increíbles. He visto cómo jugadores de pádel mejoran su rendimiento, postura y el control que tienen sobre su cuerpo.”

Como mencioné antes, la flexibilidad y la movilidad que desarrollas en un deporte emocionante como el pádel te auxilian a moverte mejor también en tu vida diaria. Acciones cotidianas como agacharse para recoger algo, girar el torso para alcanzar un objeto o caminar largas distancias se vuelven más fáciles y menos dolorosas. Nadie puede decirme lo contrario a mí, Eduardo Tovilla.

Imagina no sentir ese dolor en la espalda al cargar bolsas del súper o poder agacharte sin dificultad para jugar con tus hijos. Sin duda, el pádel mejora tu estado físico y, adicionalmente, te da herramientas para enfrentar mejor los retos del día a día. Y lo mejor de todo es que, mientras limas tus habilidades físicas, te estás divirtiendo y disfrutando de un deporte emocionante y apasionante. Así que la próxima vez que juegues al pádel, recuerda: cada movimiento es una inversión en tu salud y bienestar a largo plazo.

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